Catalogada como hierba perenne, a menudo esta rúcula se cultiva como hierba anual. Por como se ha adaptado en nuestros cultivos, podemos decir que su comportamiento, en el caso de que su emplazamiento se encuentre expuesto a las heladas invernales, es el de una vivaz: las plantas estarán en plena producción desde la primavera hasta el otoño, hasta que prácticamente desaparezcan con las heladas de diciembre para renacer nuevamente a partir de febrero o marzo. En invernadero o en lugares protegidos las plantas conservarán, aunque reducida, su parte aérea.

A partir de mediados de verano florece abundantemente, por lo que la cantidad de hojas nuevas se puede ver mermada; en este caso, podemos pinzar las plantas o consumir también sus flores comestibles. No obstante, durante la floración todavía seguirán las plantas generando nuevos brotes foliares siempre que se mantenga un nivel de humedad alto. Al igual que la rúcula común (Eruca vesicaria) no es exigente en nutrientes aunque sí precisa de riegos frecuentes para mantener una producción alta de hojas nuevas. En cuanto a su cultivo se diferencia de esta especie en su alta resistencia al calor.