Pequeña y hermosa equilibrista

A menudo, cuando pensamos en un jardín, por pequeño o grande que sea, buscamos un cierto grado de perfección en nuestro trabajo sin prestar demasiada atención a las lecciones que nos depara nuestro paisaje cotidiano. La fotografía superior corresponde a la ventana de un sótano en una calle cualquiera en un pueblo de la sierra de Huelva. No corresponde aquí dar más datos sobre la localización exacta de este jardín vertical creado por el azar. Para muchos este dato resultará irrelevante. Para unos pocos la omisión quizás pueda servir para avivar su curiosidad.

Aunque hasta ahora no hemos tratado de reproducir esta delicada planta rupícola que crece en las sombras de los muros y las paredes, difícilmente lograríamos, de manera intencionada, tal grado de integración entre soporte y vegetación. Sabemos que la especie Cymbalaria muralis, que atesora nombres populares tan hermosamente melancólicos como el de "hierba de campanario" o "palamilla de los muros", puede medrar con un sustrato mínimo y pobre. Parece encontrarse entre esas plantas huidizas, más por exceso de atención que por falta de cuidados, que se resisten a ser domesticadas a pesar de su estrecha relación con el paisaje urbano.